Por mi parte, tengo la extraordinaria suerte de asistir a un nuevo hito, este en vida, de la literatura fantástica y pienso abrir un espacio al lado de E.A. Poe, H.P Lovecraft o de H. James para colocar a J.A Lindqvist.
Casi tod@s nosotros ya hemos catado algo de su obra a través de Déjame Entrar, novela preciosa que, no tan sólo rescata al vampiro del lodo infame por el que se le arrastra últimamente sino que, además, es capaz de integrar lo preternatural en el día a día de nuestro cotidiano, sin fisuras ni extrañezas.
Parece como si los pies descalzos de los personajes de J.A Lindqvist fueran capaces de dejar rastros en el suelo de nuestra propia casa y uno no puede dejar de mirar al suelo sin, y eso es lo más importante, sentir el más mínimo horror. Creo que coincidiría con cualquiera si dijera que, en la película que se hizo de la novela, uno respiraba cuando aparecía Eli, tal era el volcado de afecto sobre el personaje que, dicho sea de paso, de entre todos parecía si no el más normal, sí el más entero y cercano.
Recientemente se ha publicado en español Descansa en Paz [2005], novela que anunciaba en el anterior post y que me he leído en una exhalación. Advierto que no es una novela de vampiros, tampoco es una novela de zombis de esos pesados y con un ansia obsesiva por sacarle a uno los intestinos. Descansa en Paz es una novela que recrea la muerte en la propia vida de tal manera que casi puedes olerla. Tal es el vacío interior y la desazón que me ha despertado que alguna noche he tenido que cerrar momentáneamente sus páginas para recuperar mi irracional inmortalidad de ser vivo.
Pero además, ésta es una obra que reivindica la fugacidad de la vida y le otorga un lugar propio y deseado a la muerte hasta hacerte llorar porque, Descansa en Paz no es tan sólo el título, sino que además son las dos últimas palabras de esta novela.
Fantàstica recomanació, Dampyr! Em sembla que em preternaturalitzaré amb en Lindqvist.
ResponEliminaGràcies per bucejar per mi en l'actualitat literària més fosca.
Dices que la novela “… reivindica la fugacidad de la vida y le otorga un lugar propio y deseado a la muerte…” y sólo por eso la leeré.
ResponEliminaLos seres humanos que con tanta naturalidad (y a veces irreflexión) otorgamos la vida, y aceptamos el dolor que supone un nacimiento, nos empeñamos en contemplar la muerte como un accidente de esa misma vida y no como parte de ella.
Pensar que, además, no sea el última etapa de nuestra existencia, curiosamente, no nos produce esperanza sino miedo (sobre las promesas de resurrección –en el cielo, no en la tierra- de la iglesia, podemos hablar otro día si te apetece).
También dices, y te creo, que el libro no va de vampiros, pero yo, que como bien sabes no soy ninguna experta en ese tema, creo que hablar de existencia después de la vida tal y como la conocemos, no deja de ser hablar de lo mismo: si pudiéramos hacerlo ¿asumiríamos vivir eternamente?, ¿es eso necesariamente “bueno”?... ¿lo “vemos” como algo bueno?. Al final, el miedo que produce el vampiro no es debido a que beba tu sangre… sino a que, a cambio, te “condena” a vivir eternamente.
Sin haber leído el libro, poco más puedo decir. Una pena. “Déjame entrar” es una de las novelas que más líneas de pensamiento me han ayudado a abrir, que más me ha conmovido y que más intensamente me ha golpeado, de las que he leído en los últimos años, y he leído bastantes. Un clásico de la literatura. Espero mucho de este hombre de mirada de hielo (quizá el material que más quema, que nadie olvide eso).
@Carmilla: És molt bona. No perdis aquesta ocasió de preternaturalitzar-te, t'agradarà...
ResponElimina@Francesca: En esta novela se vive la vuelta atrás como algo pesado, doloroso e incómodo. Nada de un muerto encaja en la vida como no sea el que se convierta en abono o en recuerdo para alguna generación próxima de los suyos… Eso lo sientes de una manera tan clara que esperas [deseas] que en cualquier momento “maten al muerto” para des-responsabilizarlo de ese mundo aturdido al que ha vuelto...Ya sabes que, además, J.A. Lindqvist tiene una especial facilidad en iluminar los pliegues menos estéticos de la persona…
ResponEliminaNo he pensado en el vampiro al leer esta novela, aunque tu comentario me parece muy interesante. Creo que te sobra razón en que el miedo al vampiro es debido, en gran parte, por esa condena a vivir eternamente. Yo añadiría que también produce horror el hecho de que esta eternidad transcurra no tanto siendo inmortal, sino además transformado en una criatura de ese tipo…el “efecto cripta” despierta mucha incertidumbre…al menos en mí ;-)
Gracias por comentar Francesca, espero que te guste la novela y que sepamos de ella en tu blog… Está bien esto del hombre con la “mirada de hielo”.
Tomo nota de la recomendación Manel... Ya había leído la magnífica "Déjame Entrar", pero aún no he leído "Descansa en paz". Y la reseña anima a hacerlo, desde luego.
ResponEliminaUn abrazo
@Javier Arries: Te gustará Javier. Como mínimo es distinto y...serio, que no es poco :-)
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